FORO 6: DESIGUALDADES SOCIALES Y DESIGUALDADES EDUCATIVAS.

  INTEGRANTES: 

  • FÁTIMA MONSERRAT GONZÁLEZ NOLASCO
  • DANIEL VEGA RAMÓN
  • MICHELLE ARIATNA OSORNIO TREJO
  • ALIZBETH IVONNE MOLINA MACÍAS

Como hemos visto durante el curso y a través de la lectura de Giddens y Tenti, la educación es un aspecto social que aparenta ser cotidiano y que se maneja en el discurso político como un derecho que beneficia a la población sin importar la clase social de los individuos, ni su etnia o ubicación geográfica. Sin embargo, los autores derrumban la fachada del sistema educativo, a través de argumentos bien construidos, como lo es la estructura socioeconómica y los intereses capitalistas, que descargan sus necesidades en el sistema educativo que los debe satisfacer.


Encontramos también, la forma en la que la desigualdad social se reproduce en bucles interminables a través de las instituciones establecidas que gozan del monopolio de la violencia simbólica.

A pesar de que el Estado ha hecho esfuerzos por garantizar la educación básica y gratuita en sus ciudadanos, éstos no son suficientes, ya que hay dos factores que impiden que se alcance una igualdad social en la educación: pobreza y exclusión. Consideramos que es muy importante no perder de vista la situación económica de los estudiantes promedio, pues son hijos de trabajadores que cuentan con un salario base mínimo y que se encuentran en situaciones laborales precarias, que limitan el acceso a materiales didácticos, cursos complementarios o simplemente que limitan el uso de un uniforme escolar digno; podríamos seguir con la larga lista de diferencias y obstáculos a los que se enfrentan miles de estudiantes cada día, como por ejemplo, el acceso a una alimentación sana que permita un desarrollo cognitivo óptimo, etc. ¿Podemos hablar de igualdad social si no hay una igualdad de oportunidades? ¿Cómo podríamos repensar el sistema si nos encontramos ante esta condiciones cotidianas?

Tenti, menciona que lo ideal sería que la igualdad parta desde la educación, sin embargo, el punto de partida aquí, suele ser la desigualdad de recursos (o capitales como menciona Bourdieu) mediante los cuales se determina el éxito o fracaso que tendrá un estudiante. En este sentido, el autor también habla de dos claves para comprender el sentido que tiene la relación entre la igualdad social y la educación. La primera es la disposición material y económica con la que cuentan las familias (encargadas de proveer a los estudiantes) para soportar los gastos reales y extras que se tienen que cubrir al estar inmersos en el sistema educativo.

La segunda corresponde a la institución educativa y la forma en la que integran planes de estudio, los cuales pueden transgredir a sus estudiantes más que beneficiarlos (Como es el caso de la reforma educativa, en las zonas indígenas del país, en las cuales se implementó el inglés como obligatorio, lo que resultó en ser algo agobiante para los niños que hablaban idioma originario y en la escuela se veían obligados a aprender español, pues los libros de texto gratuitos de la SEP están hechos es español) o bien, reforzar los conocimientos y habilidades para los que los estudiantes son capaces de llevar a cabo (como la enseñanza de robótica desde niveles cada vez más tempranos y que resultan ser de un gran coste en materiales especializados, los cuales no están subsidiados y que no se reparten de manera gratuita en ninguna institución educativa).

Por otra parte, parece que la desigualdad ha generado un consenso aprobatorio, que el sistema neoliberal ha logrado interiorizar en los individuos, quienes posteriormente, lo reproducen y fortalecen. El paradigma individualista ha sido la salvación del problema de la desigualdad en términos de clases sociales, ya que ha construido el argumento de la meritocracia, mediante el cual, cada individuo debe demostrar que sus ambiciones, aptitudes y habilidades son más que suficientes para “sacar la garra” en el mundo competitivo (pero no excluyente) que nos ofrece el capitalismo, mismo que se erige sobre la colina de las oportunidades de desarrollo económico y profesional para cualquier individuo que tenga la ambición suficiente para llegar hasta arriba. 

Este discurso tampoco contempla la pobreza como un problema, sino como una situación temporal en la que cada persona tiene la capacidad de cambiar o no. Dentro del discurso meritocrático, existen exitosas historias conmovedoras de emprendedores con mentalidad de “tiburón” que lograron superar la adversidad de la pobreza, gracias a su ingenio y ambición, gracias a su esfuerzo día a día y la capacidad, casi milagrosa, de construir imperios multinacionales y multimillonarios en periodos de tiempo irrisorios, que parecen superar cualquier adversidad gracias a su buena fe para mantenerse en los primeros lugares en cuanto a acumulación de capital se refiere.  A continuación, se muestra una serie de vídeos cortos que nos demuestran con historias reales, cómo cualquier persona que se lo proponga y que tenga el ingenio suficiente, puede llegar a ser parte del cerradísimo grupo de multimillonarios del mundo.

 



Así mismo, encontramos historias conmovedoras y divertidas de las personas sin estudios completos que nos demuestran, una vez más, que el éxito no depende de la educación. Es decir, que si por cualquier razón uno no puede concluir su educación hasta la universidad, esa no es la excusa para no ser todo un triunfador. Y que si la vida se le ha pasado en la miseria, pobreza y explotación laboral, tampoco es motivo suficiente para tirar la toalla, pues la historia de Sanders, el hombre que a los 62 años fundó KFC, nos demuestra que el tiempo tampoco es un factor determinante para quedarse conforme y sumido en la miseria.

Por lo tanto, encontramos que la meritocracia educativa es una navaja de doble filo, pues mientras por un lado se rinden cuentas de que en realidad, el Estado ofrece educación gratuita y con planes de estudio más o menos homogéneos, a los cuales cualquier ciudadano tiene derecho a acceder, también tiene la obligación (por lo menos moral) de aprovecharlo y salir adelante, ya que no se le enseña ni más ni menos que a sus compañeros de clase y por otra parte, si el estudiante no quiere “echarle ganas” a la escuela, ese tampoco es motivo suficiente para que su situación no cambie. Es decir, el “éxito” o “fracaso” dependen completamente de los individuos, excluyendo por completo la relevancia que tiene la agresividad del mundo escolar y laboral.

Y siguiendo la larga cadena de situaciones, llegamos a la movilidad social, como otro recurso de que la vida puede cambiar y que la posición socioeconómica no está determinada eternamente, sino que ésta es cambiante y sus caminos no se cierran a nadie. Pero sí cierra los caminos de acceso a servicios, mientras que las personas con mayores recursos, tienen facilidad de acceso a bienes y servicios de mayor calidad, las personas pobres, sólo puede acceder a las cosas para las que les alcanza, generando limitaciones claras que no se pueden invisibilizar.

Pero que sí se pueden negar, mediante la meritocracia educativa, pues, como afirma el autor, el nivel educativo es un medio para lograr la movilidad social, pues bajo el lente duro del sistema, todos los estudiantes tienen las mismas oportunidades de cambiar su situación si se esfuerzan lo suficiente (sólo que esta depende de factores meritocráticos que ya hemos explicado anteriormente).

CONCLUSIÓN. 

La lectura del texto resulta muy relevante para poder identificar que aunque se solucione el problema de la educación universal, se seguirá replicando la desigualdad social, pues en muchos de los casos, a los niños y jóvenes estudiantes no les sirve de nada tener aulas educativas en optimas condiciones  si no tienen dinero para acudir a la escuela o poder comprar el uniforme adecuado. Por otro lado, también podemos ver que esta situación de desigualdad social orilla a los individuos a tomar decisiones que los perjudiquen económicamente en algún futuro (por ejemplo, dejar la escuela para poder ser explotados). La siguiente nota de la escritora Zadie Smith, citada en el texto, resulta muy conveniente para este argumento: "Las personas no son pobres por que toman malas decisiones. Toman malas decisiones por que son pobres" 



BIBLIOGRAFIA: 

  • Tenti Fanfani, Emilio. La escuela bajo sospecha: Sociología progresista y crítica para pensar la educación para todos . Siglo XXI Editores.
  • https://www.youtube.com/watch?v=-LdRQ3RHHCo
  • https://www.youtube.com/watch?v=rVtCPnWxwoc
  • https://www.youtube.com/watch?v=_E0wpHpPkjA

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